por Sofía Gómez Pisa para Indie hoy │ Agosto 2018
Haciendo gala del antiguo oficio de presentador de libros, derramando conocimiento sobre historia de la literatura, géneros, poesía y narrativa, Ariel Idez construye Elogio de la pérdida y otras presentaciones (Interzona, 2016). Una obra original, inteligente y meta-textual que también fue llevada al teatro, donde las presentaciones, a través de conferencias performáticas, volvieron a su lugar primigenio: la escena.
En Elogio de la pérdida y otras presentaciones la ficción parece ponerse al funcionamiento de una creación meta-textual…
Concuerdo con una clave de meta-ficción en el libro, ya que se trata de presentaciones de libros apócrifos (imaginarios). En ese sentido se trata de hacer ficción tomando un género muy menor, como el de las presentaciones de libros para convertirlo en una máquina de producir ficciones.
Elogio de la pérdida y otras presentaciones se hizo presente en mayo, en el Club Cultural Matienzo, con dos funciones. ¿Cómo fue ese traspaso de lo escritural a lo escénico?
La transposición a escena del libro fue idea del dramaturgo y performer Maximiliano de la Puente. Él percibió algo muy interesante: que la presentación de un libro es sobre todo un hecho escénico, una comedia protagonizada por un autor y un presentador. Entonces no se trató tanto de “llevar” estos textos a escena como de “devolverlos” a esa escena en la que se originaron (aunque fuera una escena imaginaria). Por supuesto que en ese pasaje ideamos con Maxi y Bettina Girotti, que colaboró en la puesta, una serie de dispositivos escénicos que permitieran “materializar” a esos libros y sus autores imaginarios. Últimamente veo muchos textos literarios que llegan a la escena (como Electrónica, de Enzo Maqueira, los cuentos de Casciari o los de Tomas Downey) y me parece una forma muy interesante de darle una nueva vida a un libro.
Si bien las presentaciones de libros ya estaban presentes en tu vida de alguna forma, ¿por qué escribir un libro de ellas?
El libro es de presentaciones porque me gustó el formato de la presentación dado que nunca se había abordado para producir una obra de ficción. Además, me permitía emprender la operación borgeana de contar libros en lugar de escribirlos.
” (…)Si la historia de Petrecca parece cuento (chino), su encuentro con Leslie Ho no hace más que agregar otro capítulo a esta saga prodigiosa. Porque si bien nuestro poeta y traductor vive en Caballito, su novia habita el barrio de San Telmo. Imaginen su sorpresa cuando vio al fiambrero del supermercado leyendo una antología del poeta de la dinastía Tang, Li He. Pero mayor aún fue la sorpresa que se llevó Leslie Ho cuando un joven cliente le preguntó –en chino– si le gustaba la poesía. En verdad ni siquiera llegó a sorprenderse, porque la situación era de un grado tal de improbabilidad que su mente no fue capaz de procesarla: Ho confesaría después que creyó que, de tanto soportarla como ruido de fondo, había logrado empezar a comprender, como en un pase de magia, el idioma de los argentinos y por eso respondió con un dubitativo ‘Sí… ¿Cuánto de mortadela?’. Pero ya podemos suponer que Petrecca no es de esos que se amilanan a la primera adversidad. A riesgo de elevar peligrosamente sus índices de colesterol, empezó a comprar fiambre todos los días o, al menos, todos los días que pasaba en casa de su novia, eligiendo estratégicamente los horarios en los que el súper estaba más tranquilo, y así logró ganarse la confianza de Ho, que ni en sus más descabelladas fantasías imaginó que podría ponerse a hablar en chino sobre poesía china clásica con un cliente argentino mientras rebanaba en fetas una pata de jamón cocido Paladini (…)”
(Poemas Argentinos, Leslie Ho, en Elogio de la Pérdida y otras presentaciones)
La voz narrativa irónica que utiliza Elogio de la Pérdida y otras presentaciones parece funcionar desacralizando las presentaciones de libros…
Es que la presentación de un libro tiene algo de ritual, de bautismo, y como todo ritual, tiene algo de “sagrado”. Nadie cree en lo que se dice en una presentación, como nadie cree que lo que sucede en un ritual sea “real”, pero en ambos casos se hace “como si” y ese “como si” tiene efectos concretos. Por eso me interesaba desacralizar, “profanar”, lo que las presentaciones de libros tienen de ritual y de sagrado a través de la ficción.
¿Te imaginás un mundo sin presentaciones de libros?
Sí. No sé si siempre se presentaron los libros y si siempre se seguirán presentando. Lo importante del libro es el texto, todo el resto es prescindible. Igual creo que no sería un mundo en el que me gustase habitar.