La novela de Idez toca todas las notas de la obra de Aira: los dobles, la ficción de etnografía urbana, la habitual estructura de thriller y aventura con batalla coreográfica final, los detalles de exotismo oriental (hay chinos invasores y taiwaneses peronistas) y el final escatológico, cuyo catalizador es Aira transfigurado en enemigo público y Sabio loco.
Pero más allá del dominio perfecto de estos elementos “de armado”, el mérito principal de Idez es acertar donde fracasaron los epígonos: el calco de la prosodia, de los juegos retóricos que apuntan a la perplejidad, de la ficción vertiginosa de paradoja. Todo eso que en algunos se hacía ripio se vuelve gracia y parodia en la prosa de Idez, lo que produce una especie de mareo crítico: juego del burlador burlado, homenaje y exorcismo, La última de César Aira copia tan bien el funcionamiento de la frase aireana que por momentos hace sentir el mareo del Pierre Menard, esa doblez en el que ya no sabemos de dónde viene ni qué valor tiene lo que leemos, multiplicando las preguntas que la propia obra de Aira le dejó como una bomba insidiosa al indefenso campo crítico.
Flavio Lo Presti, Revista Ñ