The Villegas affaire

El agua corriente es salada en General Villegas. Es lo primero que advierto, cuando me quiero enjuagar la boca seca por los quinientos dieciocho kilómetros recorridos desde San Rafael, Mendoza. Me lavo los dientes, junto el agua de la canilla haciendo un cuenco con las manos, me las llevo a la boca, hago un buche y, siento, de pronto, el gusto a salitre. Por lo demás, todo es nuevo y lustroso en el flamante hotel Eben Ezer. En la recepción, una huésped felicita al gerente por las instalaciones y acto seguido le pregunta:

_¿Y quién se hospeda acá? –como si en verdad quisiera saber para qué hacen un nuevo hotel en Villegas, cuando ya cuentan con uno, dos, tres. El gerente explica sin sacarse la sonrisa de la cara que auditores, viajantes de comercio, ingenieros agrónomos, gerentes bancarios y, por supuesto, gente de paso que hace noche a mitad de su camino hacia acá o hacia allá, a la montaña o a la costa, como esa misma mujer, como mi pareja y yo. Read More