Un ensayo que reconstruye con rigor el papel que tuvo la revista Literal en la renovación crítica de la literatura argentina.
por Augusto Munaro para Radar libros │ Enero de 2011
La revista de avantgarde Literal representó una instancia decisiva en la historia de la literatura nacional. Fue un punto de inflexión dentro de un contexto
signado por la agitación política y social. Sus cinco únicos números en tres volúmenes (Literal/1 apareció en 1973, Literal 2/3 en 1975 y Literal 4/5 en 1977), bastaron para que sus principales fundadores e impulsores, Germán García, Luis Gusmán y Osvaldo Lamborghini, desestabilizaran los valores tradicionales del lector, ofreciendo nuevas formas de lectura y escritura (“en lugar de una literatura política, una política de la literatura”). Ariel Idez demuestra con este libro los modos en que Literal buscó esa auténtica ética de la práctica literaria para subvertir los valores de escrituras canónicas.
Esta revalorización de la literatura (en especial de su función intrínseca y su potencial) fue analizada someramente desde su estructura lingüística postsaussuriana (el lenguaje comprendido como única realidad) y orientada hacia el psicoanálisis lacaniano (cuyo mentor fue el intelectual Oscar Masotta) con el fin de diseñar una estrategia estética alternativa. Junto con esas dos novedades, al programa de Literal debe sumarse la reivindicación de la poesía como género clave para la renovación literaria, pues ella construye sus significados in praesentia, “en el acto mismo de enunciarse”.
Así Literal se manifestó contra el realismo y el populismo, dos facetas que conformaban el entonces discurso hegemónico. Los puso en jaque cristalizando sus deficiencias al indagar sobre la función que cumple el lenguaje (¿debe elaborar un mensaje “comprometido” o, al contrario, la escritura necesita ser el objeto mismo de la práctica literaria?). Desde su primer número apostó a premisas que vindicaban la autonomía del campo literario, una literatura donde “no hay propiedad privada del lenguaje”, ampliando sus fronteras, a su vez, a través de una genealogía propia (una revisión del canon que incluyó a Macedonio Fernández como eje, pero también a Witold Gombrowicz y ciertos aspectos polémicos de Borges).
Como consecuencia: en la literatura no importa tanto el tema (los géneros y sus tediosas argumentaciones) sino la irrupción de la palabra, el tono con que el lenguaje se devela. Un programa que intentó legitimar un discurso hasta entonces ignorado en los circuitos oficiales.
Ariel Idez reconstruye el campo y clima cultural de los setenta a través de una investigación precisa, bien documentada gracias a una prosa clara y objetiva. Libro que revela alguna de las claves esenciales para comprender un episodio tan relevante como polémico, pues durante décadas algunos sectores heterodoxos de la crítica rotularon a Literal como falsamente elitista (por cruzar ensayo y ficción). No obstante, y gracias a ella, la publicación posibilitó la lectura de autores posteriores como Aira, Piglia y Fogwill, entre otros.